martes, 4 de mayo de 2010

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I
Entonces empecé a buscarlo. Intuía que no podía ser su verdadera intensión huir, además que tan lejos podía llegar, es físicamente imposible. Lo de físicamente es relativo, digamos, tal vez no tenga los medios para hacerlo.
Quedaba otra posibilidad, pensé: que lo hayan secuestrado. Ahora bien, ¿Por qué? Denme buenas y sensatas razones para llevárselo. Qué podrían pedirme como rescate.
Había que investigar a fondo. “Investigar”, como dicen algunos artistas “que investigan”. En realidad solo buscan otras palabras un poco más complejas, ponen cara de estar inmersos en algo difícil de explicar, “hermético”, circunstancial, de hallar teorías acerca de eso que no se puede explicar a menos que con una reseña al lado de su obra.
En fin, no es por nada (digo no quiero hacerme la artista en esto), somos todos buenos pero no aparece. Y debo investigar.
II
El mundo es una distracción fácil de consumir, no así de evadir.
No hay nada más inoportuno que aquello que queremos olvidar tan solo por un momento. En ese instante ocupará el sentido último y primero de la existencia a la vez.
Llegué a otorgarle el sentido de nexo simbólico de un gran círculo mayor.
¿Pero si los círculos no tienen nexos? Podrían decirme. Son continuos.
Si hay un adentro y un afuera, respondería ¿Qué es el círculo?
Ahí está la respuesta de porqué no me resigno. Puede que esté muy adentro o muy afuera. Tan lejos o tan cerca que sea invisible, como ese aire que choca contra mi cara cuando andando en bicicleta abro mis ojos grandes, las pupilas como ventanas.
III
La vecina del fondo tiene plantas pero no amigos. Eso es extraño, las plantas atraen a las buenas energías. Será por eso que sospeché primero de ella. No tengo, sin embargo, que acusarla injustamente.
No habla, entra y sale.
Escucha música fuerte y canta, y ríe y llora.
Los domingos se levanta temprano y trabaja igual.
Habla sola. Se habla.
Escucha, por la noche, la radio.
¿Será maestra jardinera? Usa unos vestiditos de colores arriba del pantalón.
Entra y sale. Sale y entra.
Una zapatilla de cada clase.
Seguro que está allí. Pero, cómo llegar hasta allí.
Esa no es una pintura, es un fondo. Ese no es un fondo, es un abismo.
IV
Aquella fue una época de grandes desolaciones.
¿Por qué no puedo deshacerme de las palabras? Extinguir el alfabeto, dejar de salivar letras. Estaba harta de que todo estuviera cubierto de esa significatividad humana, de que todo sea el vehículo de.
Si ante mí tengo el mar, no necesito nombrarlo. Lo más bello que he podido experimentar, sentir no es transferible.
¿Será que a la vez que somos seres (los únicos) con capacidad de comunicarnos entre nosotros somos los más ignorantes de la riqueza de lo incomunicable?
Esas cosas, que no voy a nombrar, afirman mi hipótesis anterior.

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